Cuando pensamos en Johannes Vermeer, nos viene a la mente la icónica pintura «La joven de la perla» o la íntima «La lechera». Hoy en día se le considera uno de los pintores más importantes del siglo XVII, cuya obra atrae a millones de personas a museos de todo el mundo. Pero durante su vida apenas era conocido fuera de su ciudad natal, Delft. ¿Cómo es posible que un pintor al que hoy consideramos un genio viviera y trabajara en un relativo anonimato en su época? En esta entrada del blog mencionamos algunas razones por las que la estrella de Vermeer no comenzó a brillar hasta mucho después de su muerte.
- Obra limitada y baja velocidad de producción: Vermeer era un perfeccionista y trabajaba con extrema lentitud y meticulosidad. Probablemente solo producía entre dos y tres cuadros al año, lo que dio como resultado una obra muy reducida, de entre 35 y 37 cuadros. A modo de comparación, muchos de sus contemporáneos producían cientos de obras. Una obra más reducida significaba menos visibilidad y menos oportunidades de labrarse una reputación.
- Enfoque regional: Vermeer pasó casi toda su vida en Delft. Su clientela era principalmente local, siendo su principal mecenas Pieter Claesz. van Ruijven, que poseía gran parte de sus obras. Probablemente Vermeer no viajaba mucho y no participaba en los grandes mercados de arte de ciudades como Ámsterdam, que atraían a un público más amplio.
- Sin discípulos ni producción en taller: A diferencia de muchos pintores exitosos de la época, que a menudo tenían un gran taller con discípulos que colaboraban en la producción de pinturas, Vermeer no parece haber tenido un gran grupo de discípulos. Esto significó que no se creó un «estilo Vermeer» o una «escuela Vermeer» que perpetuara su nombre y su obra tras su muerte.
- Sin autorretratos ni notas biográficas: No se conocen autorretratos de Vermeer, ni tampoco escritos biográficos detallados de su época. Esto, combinado con su forma de trabajar silenciosa y concentrada, le valió el apodo de «la esfinge de Delft», ya que se sabe relativamente poco sobre su vida personal.
- Problemas financieros y colapso del mercado del arte: Tras el desastroso año 1672, la economía neerlandesa se derrumbó y, con ella, el mercado del arte. Vermeer se endeudó profundamente y murió en 1675 en relativa pobreza. Su viuda, Catharina Bolnes, tuvo que vender o empeñar muchos de sus cuadros para saldar las deudas, lo que provocó que sus obras se dispersaran y que, en ocasiones, su procedencia resultara confusa.
- «Redescubrimiento» posterior: No fue hasta el siglo XIX cuando Vermeer fue «redescubierto» por el crítico de arte francés Théophile Thoré-Bürger. En la década de 1860, publicó una serie de artículos sobre Vermeer, lo que atrajo la atención de un público más amplio y su reputación comenzó a crecer hasta alcanzar el reconocimiento mundial del que goza hoy en día.
Por lo tanto, se puede decir que el método de trabajo meticuloso y lento de Vermeer, su enfoque local y las circunstancias económicas al final de su vida contribuyeron a que su genialidad no fuera plenamente reconocida hasta mucho más tarde.